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NUEVE FRANJAS Y UN SOL

ATESORANDO RECUERDOS

ATESORANDO RECUERDOS

 CANTO A MI MONTEVIDEO

Quiero llenarme los ojos
de los mil colores de la ciudad,
del oro cobre de sus arenas,
cuando el sol se deja caer
en el río como mar.

Los mil verdes de sus parques,
los grises de sus conventillos,
colores y olores,
música y gritos.
La cana vigilante
y el punga atento.

Quiero llenarme los ojos
con la soledad de los viejitos del Piñeyro.
Llevarme el recuerdo de las lonjas del Barrio Sur,
las caderas de negras y blancas
moviéndose cadenciosas al sonido
del repique, del chico y del piano.

Quiero llevarme el recuerdo de tu Dieciocho,
las estatuas vivientes,
delicia de los pequeños.
Aquí un bandoneón, allá un violín,
sombreros en el suelo receptores de escasos óbolos,
muy poco el premio para el pintor callejero.
Y en las esquina los malabaristas
pasan la gorra a los autos detenidos,
mientras cien chicos ofrecen lavar los parabrisas.

Quiero recordar tus plazas,
las luces permanentes en los árboles de Fabini
donde las orquestas de fin de semana
invitan a bailes improvisados.
Las cinco de la tarde vestidas de blanco
con moñas azules,
el barco pirata del Parque Rodó,
juegos por doquier, las canteras y su cascada.
Febrero de carnavales,
mientras, frente al Vilardebó, un loco
que no lo es tanto, pide una cebadura
para un mate imaginario.

No quiero olvidarme del encuentro de amigos
en la Pasiva de Ejido, pancho y cerveza;
ni de las brasas detrás de los cristales,
invitación de El Fogón.
No quiero olvidarme de los sábados
de música y color en la Ciudad Vieja,
de los ruidos y los aromas del Mercado del Puerto,
ni del paseo de los shoppings.

Quiero recordarte vestida de gala,
la Noche de las Luces, habrá otras muchas
pero ésta es nuestra, tiene fecha, tiene su público,
y mas allá, la San Felipe y Santiago cuando nos quedamos
para aplaudir a los últimos, los que son como nosotros,
el corredor ciego, el que viene en sillas de ruedas
o el que trae la camiseta de Nacional.

El Parque Central, con historia a patria y con historia a fútbol,
la sede de los cristales rotos, orgullo de cada triunfo;
un pueblo que se la juega y aporta a cada campaña solidaria;
y vive sus fiestas con el corazón teñido de celeste y blanco.

No quiero olvidar los autos embanderados en toda ocasión,
ni los festejos, ni las rencillas.
No quiero olvidar.

Atesoro en mis pupilas los mil rincones de la ciudad,
las caravanas multicolores de cien ciclistas;
el bullicio de las domas de La Rural,
y la fiesta por excelencia en el Centenario
Monumento Mundial al Fútbol.

Quiero recordar el sabor del choripán
y el aroma del asado a las brasas,
los helados de la Cigalle, y las vidrieras de Tata.
No quiero olvidarme de las baldosas rotas,
ni de los plátanos en primavera,
hoy son tesoros que llevo en el corazón
escondidos en el rincón de las cosas vividas.


                                Graciela Vera

1 comentario

Mariela -

Graciela, hermosos tus poemas..y mas aun los tan dulces recuerdos que traen, se te aprieta el corazon..y caen mas de dos lagrimas...Gracias, otra uruguaya...muy lejos...
Mil felitacioens y sigue adelante! Un fuerte abrazo de
MarielA